Correo 15 publicado el 20 Abril 2011

Thiberville, ¡un escándalo francés!

Después de hacer rodar la cabeza del cura párroco de Thiberville tras dos años de una larga intriga, el obispo de Évreux, Mons. Nourrichard, acaba de excomulgarlo por el simple motivo de que… seguía viviendo en su presbiterio. Presbiterio que el Padre Michel ocupa con justo título, puesto que fue la municipalidad de Thiberville, solidaria con su sacerdote desde el comienzo de la polémica, quien lo había puesto a su disposición.

La historia de Thiberville es simple: un obispo progresista cuya diócesis está en plena descristianización quiere desmantelar la última parroquia que aún continúa siendo plenamente católica. El párroco, que está allí desde hace más de veinte años, rechaza esta decisión y recibe el apoyo de los fieles y de las autoridades locales. El obispo se hace presente en el lugar e intenta imponer su decisión, pero los fieles lo echan, en el sentido más literal de la palabra, a principios de 2010: ver aquí.

Sin embargo, el obispo persiste en su voluntad de fundir la parroquia de Thiberville en un nuevo conjunto y termina consiguiendo que el Tribunal de la Signatura Apostólica, ante quien el Padre Michel había apelado, le dé la razón.

Se designa un nuevo párroco, partidario de las opiniones del obispo, mientras que el Padre Michel se encuentra sin un apostolado bien definido. La cuestión es que la comuna de Thiberville decide permitir al Padre Michel que utilice el presbiterio, deshabitado, puesto que en el marco del reciente reagrupamiento, el nuevo párroco no vivirá allí. Pero el muy abierto y tolerante Mons. Nourrichard, que de buena gana asiste a ordenaciones de mujeres en la Iglesia anglicana, no lo acepta. De allí, la excomunión “motu proprio” del Padre Michel…

Sin entrar en el mérito de este triste asunto, podemos hacer un primer balance, sobre todo desde el punto de vista litúrgico, de toda esta operación.


UNA PARROQUIA DEMASIADO CATÓLICA

Thiberville antes: catorce iglesias atendidas por el Padre Michel, que constituían el conjunto católico más vivo y misionero de la diócesis de Évreux: la iglesia de Thiberville repleta en las tres misas del domingo, atención rotativa de las otras iglesias, legiones de niños en los cursos de catecismo, participación activa de los fieles, enjambres de monaguillos, cofradías, todas las iglesias de la región magníficamente restauradas, las misas de semana muy frecuentadas, los entierros celebrados por el párroco mismo, etc. En fin, uno de los últimos lugares de provincia donde la comunión de todos los católicos se vivía de manera ejemplar, modelo de aplicación de la voluntad del Papa, con las misas “ordinarias” celebradas de la forma más piadosa que se pueda imaginar, y la misa “extraordinaria” insertada del modo más natural. Volveremos sobre este punto.

Thiberville después: una misa dominical lúgubre que no reúne más de treinta personas: una decena de fieles de la antigua parroquia y una veintena proveniente de parroquias reagrupadas con Thiberville. ¿Las misas durante la semana? Suprimidas. ¿Los niños del catecismo? Cuando mucho, quedan unos veinte. En fin, Thiberville se sumó al montón de las parroquias de Francia y descubre la “crisis de la Iglesia” a la que había escapado hasta ahora gracias al celo de su párroco.

Entre las víctimas de este asunto, se cuenta la « reforma de la reforma » querida por el Santo Padre, y a la que, como habréis comprendido, Mons. Nourrichard no se muestra nada sensible. La forma extraordinaria del rito romano ya no tiene derecho de ciudadanía en Thiberville. En consecuencia, toda la diócesis de Évreux se quedó sin la misa dominical según el misal del Beato Juan XXIII.

Y decir que Mons. Nourrichard juraba que la cuestión litúrgica no tenía nada que ver con el asunto de Thiberville…

De hecho, hasta su apartamiento, el Padre Michel celebraba él mismo cada domingo la misa tradicional a las 17 horas en Thiberville, después de las misas de la mañana celebradas en la forma ordinaria más reverente y ortodoxa posible.

Cabe señalar que el Padre Michel había anticipado de manera profética las medidas de sentido común promulgadas por el Papa Benedicto XVI en su Motu Proprio, y las dos formas del único rito romano coexistían pacíficamente en su parroquia desde hacía muchos años. En efecto, la misa tradicional semanal se celebraba en Thiberville desde 1996. En aquel momento, el Padre Michel había respondido favorablemente a un pedido de fieles que querían que se celebrara una novena de misas en el rito tradicional por el descanso del alma del Padre Montgomery, fallecido en diciembre de 1996.

El Padre Montgomery había sido pastor escocés, luego se convirtió en sacerdote católico y fue párroco de Chamblanc (situado a pocos kilómetros de Thiberville) desde 1956 hasta su muerte. Este cura párroco había conservado la misa tradicional en su parroquia, y los sucesivos obispos de Évreux –incluido el heterodoxoMons. Gaillot, depuesto por Juan Pablo II en 1995– no habían encontrado nada que objetar, tal era el amor de los fieles por su sacerdote. Por así decir, esta novena se convirtió en perpetua y se celebró pacíficamente, sin exclusiones, durante quince años en la ex floreciente parroquia de Thiberville.

En cierto modo, o más bien de modo cierto, el Padre Michel había logrado convertir a su parroquia en un laboratorio del enriquecimiento mutuo de las dos formas del único rito romano. En suma, era un párroco “reforma de la reforma”, perfectamente integrado al espíritu del Motu Proprio Summorum Pontificum.


¡UN OBISPO QUE DESPRECIA A SUS SACERDOTES, A SUS FIELES Y AL PAPA!

Si volvemos a tratar este doloroso tema es porque, entre otros aspectos, resulta sintomático de la oposición episcopal al Motu Proprio de Benedicto XVI.
Aunque el obispo diga que la decisión de suprimir la parroquia de Thiberville y de dejar sin apostolado al Padre Michel, aún joven según los criterios eclesiásticos (61 años, es decir, 14 años antes de su jubilación, cuando la diócesis de Évreux tiene tan pocos sacerdotes como la gran mayoría de las diócesis de Francia), no obedece a causas litúrgicas, ahí están los hechos.

No necesitaron mucho tiempo Monseñor Nourrichard y su gente para destruir esta magnífica experiencia del Motu Proprio en el marco de una apacible parroquia rural.

A decir verdad, la misa tradicional de las 17 horas no fue suprimida de la noche a la mañana después de la partida del Padre Michel. En efecto, la misa se programó para el 6 de marzo, como puede verse en este video. Imágenes a la vez dramáticas y escandalosas. Dramáticas, porque la impotencia del sacerdote frente a una liturgia que, evidentemente, no conoce, da lástima. Escandalosas, porque la liturgia se ve maltratada a tal punto que no se puede dejar de pensar en la responsabilidad del obispo en este simulacro de celebración.

Estas imágenes son la prueba de la total falta de respeto y de caridad de Monseñor Nourrichard por sus sacerdotes y sus fieles. Envió a un sacerdote completamente ignorante de las rúbricas de la forma extraordinaria, a celebrarla sin ninguna preparación, ante unos fieles desconcertados.

Las imágenes hablan por sí mismas: si el sacerdote no hubiera anunciado al comienzo de la misa que celebraría la forma extraordinaria, ¡nadie habría podido adivinarlo! Nuevas lecturas, orientaciones erróneas, color de los ornamentos sin relación con el tiempo litúrgico, lectura hecha por los fieles, y sobre todo, un sacerdote totalmente perdido, que no sabía qué hacer ni cuándo. Al extremo de que el pobre hombre, incapaz de llegar al final de su intento, en medio de la celebración pasó a la misa de Pablo VI…

Ante semejante despropósito, uno termina por preguntarse si el obispo de Évreux no se está burlando del mismo Papa: mientras Benedicto XVI no cesa de buscar la reconciliación entre los cristianos, Mons. Nourrichard siembra la discordia y el resentimiento, llegando incluso a usar el Motu Proprio Summmorum Pontificum como instrumento de represalia. Es fácil de comprender el desánimo y la rabia que sienten actualmente los católicos de Thiberville.

Y no son las palabras del obispo explicando que la celebración de la forma extraordinaria podrá recomenzar, llegado el caso, cuando un grupo estable de fieles lo pida, las que calmarán las cosas… Porque, hasta estas últimas semanas, si había un lugar en el mundo donde la definición de ‘un “grupo estable” no causaba ningún problema, era en Thiberville, donde dicho grupo existía desde hacía quince años.

¿Un grupo estable? Monseñor Nourrichard, ¿de quién se está burlando usted?