Correo 30 publicado el 25 Septiembre 2012

Francia: la proporción de ordenaciones según la forma extraordinaria sigue en aumento

Cada vez más exangüe, la Iglesia francesa enfoca su mirada con atención cada vez mayor en las cifras de las ordenaciones anuales informadas en el mes de junio de cada año. Los números de 2012 confirman la tendencia: disminución de la cifra global de seminaristas y de ordenaciones, pero aumento continuo de la proporción de candidatos y de sacerdotes para la forma extraordinaria. Más allá de los números, los análisis muestran también una lenta “tradicionalización” del clero diocesano francés... o más exactamente de lo que de éste va quedando.


I – LAS CIFRAS DE 2012

En nuestra carta 325 en francés, anunciábamos que, lamentablemente, el año 2012 iba a ser pobre en lo que a la cantidad de nuevos sacerdotes se refiere. Y, en efecto, en un comunicado del 15 de junio, la Conferencia episcopal francesa anunció que este año sólo se ordenarán 96 sacerdotes diocesanos. Como la cifra del año pasado fue de 109, esto representa una disminución del 11% para este año. Se trata, en realidad, de una vuelta a la cifra de 2010. Durante este mismo período, en la Iglesia francesa se jubilan 800 sacerdotes por año.
En cuanto a las ordenaciones según la forma extraordinaria, este año contamos 20 ordenaciones de sacerdotes franceses con vocación diocesana, 9 de los cuales para comunidades Ecclesia Dei y 11 vinculados a la Fraternidad Sacerdotal San Pío X. En 2011, hubo 18 nuevos sacerdotes franceses, de los cuales, 11 para la FSSPX.
Si en 2011 había seis sacerdotes diocesanos por cada sacerdote “extraordinario”, este año la relación es de 5 a 1. La tendencia, aun cuando se trata de números bajos y por lo tanto, pasibles de evolución, aunque sea mínima, es favorable a la forma extraordinaria.
Además, gracias a nuestro seguimiento regular de los ingresos a los seminarios franceses, podemos estimar que un 30% de los candidatos franceses al sacerdocio diocesano están animados por el espíritu Summorum Pontificum –es decir, cuentan celebrar, el día de mañana, de manera esporádica o regular, la forma extraordinaria del rito romano. Esta observación de lo que ocurre en Francia, coincide con lo que sucede en muchos otros países: los futuros sacerdotes aspiran a celebrar in utroque usu.


II – LA LENTA TRADICIONALIZACIÓN DE LO QUE QUEDA DEL CLERO DIOCESANO

Es un dato que registran todos los formadores diocesanos de futuros sacerdotes: la atracción por las formas tradicionales es cada vez más explícita entre los seminaristas. El deseo de muchos jóvenes sacerdotes y de los futuros sacerdotes de ejercer su ministerio también en la forma extraordinaria, representa, a mediano y largo plazo, un potencial creciente de desarrollo de la misa tradicional.
No imaginemos, sin embargo, que se va hacia un “retorno” ineludible de la liturgia tradicional. Desde el punto de vista estrictamente litúrgico, no hay que ocultar las dificultades con que choca la forma extraordinaria, a pesar del deseo de celebrarla de los futuros levitas y de los nuevos sacerdotes.

a) Por un lado, la resistencia de una parte de los clérigos de todo orden (incluidos los laicos clericalizados) que quieren conservar las conquistas del “espíritu del Concilio”, sigue siendo muy fuerte.
b) Por otro lado, el hiato cultural y cultual que provocó la reforma secularizadora que trajo aparejado el Vaticano II. El conocimiento del latín, cuya enseñanza es, en el mejor de los casos, optativa en los seminarios franceses (un poco por razones ideológicas, y en gran medida a causa de la decadencia de las humanidades en Francia) es mínimo entre muchos seminaristas y nuevos sacerdotes. Aún más, entre el joven cuerpo eclesiástico francés desapareció el hábito ritual inmemorial que constituía la liturgia romana. Por lo tanto, suele haber un hándicap que tienen que superar los sacerdotes deseosos de celebrar la forma extraordinaria o de acercarse a ella (lo mismo que los fieles, incluso de muy buena voluntad): en efecto, cuando se adopta la forma extraordinaria o al aproximarse a ella, uno se siente sumergido en un universo ritual convertido en algo extraño –aunque más no fuera porque, a diferencia del universo litúrgico de Vaticano II, es poderosa y esencialmente ritual– a pesar de que aporta de inmediato y de manera evidente, una gran riqueza en materia de trascendencia y de pedagogía de la fe, y el sentimiento muy fuerte de arraigarse en una tradición inmemorial. Se trata, no obstante, de un hándicap, en absoluto imposible de superar, pero que necesita un esfuerzo adecuado.
No deja de ser cierto que la porosidad entre clero y liturgia “ordinarios” y clero y liturgia “extraordinarios” es cada vez mayor. Hay que ser consciente de que ésta se convertirá en un elemento insoslayable de la reorganización del tejido sacerdotal francés en tiempos de penuria extrema.
En Francia, los sacerdotes de las comunidades Ecclesia Dei y de la FSSPX asimilables a sacerdotes diocesanos (excluyendo los religiosos) son más de 300. Estos sacerdotes atienden más de 400 lugares de culto y se encargan de la capellanía de una red de un centenar de escuelas no subvencionadas (50 establecimientos del grupo de la Fraternidad San Pío X y alrededor de 40 del grupo Ecclesia Dei). El día de mañana, el sentido común exigirá el empleo de estos sacerdotes en las diócesis, sin soslayar su elección de celebrar la misa en la forma extraordinaria. Territorios diocesanos, cada vez más vastos, se enfrentan a una presencia de la Iglesia que se torna rara, si es que prácticamente no desapareció, ante la falta de sacerdotes. Una de las dinámicas de la nueva evangelización tendría que consistir en poner un dique a esta desertificación sacerdotal utilizando las fuerzas tradicionales existentes.


III – LAS REFLEXIONES DE PAIX LITURGIQUE

Sólo nos resta repetir y completar las reflexiones que emitíamos en nuestra carta sobre las estadísticas de los seminaristas de las diócesis de Francia.


1/ Es evidente que el aumento de las vocaciones y ordenaciones en la forma extraordinaria no bastará, ni remotamente, para subsanar el déficit sacerdotal en Francia, que necesitaría 20.000 seminaristas en etapa de formación, cuando, al 15 de noviembre de 201, son sólo 850: 750 en los seminarios diocesanos y 140 para la forma extraordinaria, de los cuales 50 de la FSSPX. Harían falta veinte veces más seminaristas para paliar el déficit actual. ¿Es una razón suficiente para no tener en cuenta a los 140 seminaristas tradicionales del presente?

2/ La liturgia reformada después del Concilio, al menos con la interpretación que se le da, parece uno de los principales elementos que permitieron la avalancha de la secularización y el desvanecimiento de la misión. En cambio, todo cuanto acompaña la liturgia tradicional –catecismo, formación doctrinal de los jóvenes, escuelas, movimientos y, por sobre todo, las vocaciones sacerdotales– tiene un valor misionero evidente que, como mínimo, limita los daños. Los millares de jóvenes peregrinos de las peregrinaciones tradicionales de Pentecostés manifiestan la vitalidad sacramental y misionera de las comunidades cristianas que viven al ritmo de la misa según la forma extraordinaria. De sus filas surgen los jóvenes sacerdotes que prueban la fecundidad espiritual y vocacional de las comunidades tradicionales.

3/ Más del 15% de los nuevos sacerdotes de Francia son “engendrados” por apenas el 4% de los católicos practicantes –los que tienen acceso, cada domingo, a la liturgia tradicional. La cantidad de jóvenes que se destinan a la forma extraordinaria no pide más que aumentar, siempre que se tomen los medios adecuados para ello (que dependen, en primer lugar, de quienes son responsables de la formación de los clérigos según la forma extraordinaria, o sea, los responsables de las comunidades Ecclesia Dei, y, en segundo lugar, de las capacidades psicológicas y pastorales de acogida de los responsables diocesanos). Según el antiguo principio según el cual sólo se ama lo que se conoce y practica, no caben dudas de que cuanto más se proponga la forma extraordinaria en las parroquias, más posibilidades tendrán de descubrirla los jóvenes que ignoraban hasta entonces su existencia y que estarán en condiciones, llegado el caso, de elegir la forma extraordinaria. En una gran metrópolis francesa, la parroquia destinada a la forma extraordinaria da, en promedio, 5 vocaciones por año, una parte de las cuales para el seminario diocesano. No se puede afirmar que si todas las grandes parroquias de la misma gran ciudad practicaran la forma extraordinaria, el seminario diocesano se volvería pronto demasiado pequeño, pero, con seguridad, registraría más ingresos. Sobre todo si diera lugar a la forma extraordinaria en forma semanal...

4/ Dicho de otro modo: si un novel sacerdote de cada diez es “engendrado” por menos del 4% de los católicos practicantes, cabe creer que este vivero vocacional excepcional (con relación a una situación de quiebra) podría ser netamente mayor. Es patente que la “oferta” de celebraciones tradicionales debería responder mejor a la “demanda”, puesto que si sólo menos de un 4% de practicantes pueden vivir su fe al ritmo de la forma extraordinaria del rito romano, nuestras encuestas indican con una constancia notable que al menos un tercio de los fieles (y hasta dos tercios en la diócesis de Rennes) desean poder asistir regularmente a la liturgia tradicional en su parroquia. Al abrir las parroquias a la celebración de la forma extraordinaria del rito romano, al satisfacer el deseo de los fieles y al hacer descubrir esta forma litúrgica a quienes no la conocen, la cantidad de seminaristas Summorum Pontificum continuaría en aumento, influyendo de inmediato en la curva de las vocaciones diocesanas.

5/ Para terminar, señalemos que 43 diócesis francesas de un total de 90 no realizarán ninguna ordenación este año... Entre estas 43 diócesis, algunas siquiera esperan ordenar a alguien en los próximos años. Sería interesante analizar, caso por caso, la recepción que las diócesis hicieron del Motu Proprio de Benedicto XVI. Porque aunque la evolución de la sociedad explica una parte de este drama, el rechazo, o incluso la persecución de las familias vinculadas a la forma extraordinaria, sin duda, no son ajenas a ello...