Correo 65 publicado el 19 Enero 2016

LA CUARTA PEREGRINACIÓN SUMMORUM PONTIFICUM REAFIRMA LA VISIBILIDAD DE LA MISA TRADICIONAL EN ROMA

Como todos los años, hemos seguido de cerca y participado en la peregrinación del pueblo Summorum Pontificum que se ha realizado en Roma a fines de octubre de 2015. Desde 2012, esta iniciativa reúne en torno a la Sede de Pedro a los sacerdotes, religiosos, seminaristas y laicos vinculados a la liturgia tradicional de la Iglesia –la forma extraordinaria del rito romano– y a su celebración en el marco parroquial permitido por el motu proprio de Benedicto XVI. Año tras año, y casi sin ruido, esta peregrinación se desarrolla, se estructura y torna cada vez más visible esa porción del pueblo de Dios que, aun teniendo acceso a las riquezas de la liturgia heredada de San Gregorio Magno y de San Pío V, sigue siendo, muchas veces, marginada en las diócesis.

Después de haber hablado ampliamente tanto con los organizadores como con los peregrinos, nos resulta evidente que este pueblo Summorum Pontificum se encuentra, en varios sentidos, en la línea de los Silenciosos de la Iglesia de quienes el médico y escritor francés Pierre Debray se había hecho portavoz en los años del inmediato post Concilio. Teniendo en mente este paralelo, nos proponemos trazar en este correo un balance de la IV Peregrinación Internacional a Roma.



Rosario por las familias cantado por las hermanas franciscanas de la Inmaculada.

I – EL DESARROLLO DE LA PEREGRINACIÓN

Jueves 22 de octubre: unos treinta sacerdotes y 200 peregrinos se reúnen en la iglesia de la Trinidad de los Peregrinos, donde los reciben el padre Claude Barthe, capellán de la peregrinación y el padre Joseph Kramer, cura de la parroquia personal confiada a la Fraternidad San Pedro en Roma. A pesar de sus 89 años y del largo viaje que lo ha obligado a viajar muy temprano desde San Giovanni Rotondo, donde reposa el Padre Pío y donde reside habitualmente, Mons. Juan Rodolfo Laise preside las vísperas pontificales que canta la Schola Sainte Cécile. Fraile capuchino y obispo emérito de San Luis, Argentina, Mons. Laise es conocido por haber mantenido la práctica exclusiva de la comunión en la boca en su diócesis a pesar de las presiones de la Conferencia Episcopal que la abandonó en 1996.

En la mañana del viernes 23 de octubre, un pequeño centenar de peregrinos se encuentran en la Chiesa Nuova (Santa Maria in Vallicella) ante la urna de cristal que contiene el cuerpo de San Felipe Neri, patrono de la peregrinación, para la meditación del rosario por las familias al mismo tiempo que concluye el Sínodo de obispos. Las hermanas franciscanas de la Inmaculada cantan el rosario que dirige don Giorgio Lenzi (IBP), en presencia del Reverendísimo Padre Dom Pateau, acompañado de su secretario.

A las 11 horas, los sacerdotes y seminaristas francófonos tienen un encuentro y un almuerzo en el Angelicum, la universidad dominica de Roma, con el decano de la facultad de filosofía, el padre Serge Bonino, quien les habla sobre las venturas y desventuras del tomismo desde el último concilio.

Luego del mediodía, y no sin algunas peripecias, los jóvenes hermanos de la recién fundada Familia de la Inmaculada Mediadora de todas las gracias y de San Francisco (en su mayoría, ex seminaristas desamparados en el momento del cierre brutal del seminario de los Franciscanos de la Inmaculada) conducen a los fieles por las pendientes del Palatino rezando el Vía Crucis que concluye con la adoración de una reliquia de la Santa Cruz.

Riposte catholique describe así el desarrollo de la tarde: «Los peregrinos recordarán durante largo tiempo la misa celebrada por Mons. Pozzo, secretario de la Comisión Ecclesia Dei, en presencia del cardenal Walter Brandmüller, en la suntuosa iglesia Santa Maria in Campitelli, repleta de fieles. La música vocal a cargo de la Schola Sainte Cécile de París, que interpretaba la misa de Charpentier para cuatro coros, fue de una calidad excepcional, multiplicada por una muy variada resonancia. Al final, durante el canto del Magnificat de Charpentier, se descubrió la imagen milagrosa de la Virgen conservada en la iglesia, en el centro de una fascinante gloria bernineana, aureolada por resplandecientes lámparas». Agreguemos que semejante celebración sólo fue posible gracias a la excelente buena voluntad para con la peregrinación del párroco de Santa Maria in Campitelli.   

La jornada del sábado 24 de octubre, punto culminante de la peregrinación, comienza con la adoración del Santísimo Sacramento en la basílica menor de San Lorenzo in Damaso, a la que asiste el Reverendo Padre Jehan de Belleville, fundador de los Benedictinos de la Inmaculada. Al término de la adoración, la procesión solemne, encabezada por la imagen de Nuestra Señora de Fátima, parte hacia la basílica de San Pedro. Presidida por el Reverendísimo Padre Dom Jean Pateau, Abad de Fontgombault, esta procesión reúne casi 150 sacerdotes y seminaristas y un millar de fieles que recorren la via del Pellegrino (¡la calle del Peregrino!) antes de cruzar el Tíber frente al castillo Sant'Angelo y subir por la via della Conciliazione para entrar en la basílica vaticana en medio de una multitud boquiabierta. La misa pontifical, cantada por la Schola Sainte Cécile, es celebrada por Mons. Laise, asistido por Mons. Marco Agostini (¡uno de los ceremonieros pontificios!), por el padre Gabriel Díaz Patri y por don Matteo Riboli (Familia Christi). Mons. Luigi Negri, arzobispo de Ferrara-Comacchio y abad de Pomposa, pronuncia ex abundantia cordis una enérgica homilía sobre el tema «Possumus, non possumus; alegría y sacrificio».

El domingo 25 de octubre, la peregrinación concluye en la Trinidad de los Peregrinos. Dom Jean Pateau, que ha acompañado a los peregrinos a lo largo del itinerario romano, celebra la misa pontifical de la fiesta de Cristo Rey, cantada por el conjunto Cantus Magnus, dirigido por Matthew Schellhorn, el músico habitual de la Latin Mass Society británica. La iglesia desborda de fieles, pero el ambiente es recogido y los rostros están radiantes. Entre la asistencia, se encuentra Felipe Alanis Suárez, fundador de Una Voce en México, el recién elegido presidente de la Federación Internacional Una Voce (FIUV) durante la asamblea general de la organización.


Señalemos, por último, que los peregrinos italianos tuvieron el privilegio de asistir el sábado 24 en el Instituto de Patrística (el Augustinianum) a la presentación de la edición italiana del libro de Mons. Laise sobre el abuso de poder que representa la generalización de la comunión en la mano dispuesta por las conferencias episcopales. Durante la presentación, en la que intervinieron con fuerza y claridad el joven canonista Daniele Nigro y don Nicola Bux, Mons. Laise dirigió unas palabras llenas de vigor episcopal notable, saludadas por los asistentes entre quienes se contaba el padre du Chalard, de la FSSPX.


La procesión solemne de sábado 24 de octubre, encabezada por la imagen de Nuestra Señora de Fátima, mientras recorre la via del Pellegrino (¡la calle del Peregrino!).

II – LAS REFLEXIONES DE PAIX LITURGIQUE

1/ Nuestra primera observación corresponde a la institucionalización de esta peregrinación. Organizar las ceremonias en San Pedro y en otros lugares de la ciudad es cada vez menos complicado. Es sabido que la administración eclesiástica romana funciona sobre la base de «precedentes». El 24 de mayo de 2003 se creó el primer antecedente cuando el cardenal Castrillón Hoyos celebró una misa pontifical según el misal tridentino en la basílica Santa María Mayor. En esa ocasión, el cardenal declaró, anticipándose al motu proprio de Benedicto XVI, durante el pontificado de Juan Pablo II, que el «antiguo rito romano conserva en la Iglesia derecho de ciudadanía». Cuando el cardenal Cañizares celebró en la basílica vaticana el 3 de noviembre de 2012 en la primera peregrinación del pueblo Summorum Pontificum a Roma, no sorprendió que se hiciera eco del cardenal Castrillón. Así, explicaba al vaticanista Andrea Tornielli el 30 de octubre de 2012, que su participación en la peregrinación era «una manera de hacer comprender que el uso del misal de 1962 es normal». Y agregaba: «Ya he celebrado con el misal del Beato Juan XXIII, y lo haré con mucho gusto de nuevo esta vez».
Antes de esa primera misa en San Pedro del pueblo Summorum Pontificum, gracias a los congresos organizados por el padre dominico Vincenzo Nuara se había reintroducido la misa pontifical en la basílica.
Por consiguiente, año tras año, y tomando en cuenta además la base estable que representa la parroquia personal de la Trinidad de los Peregrinos, la forma extraordinaria se convierte cada vez más en ordinaria en Roma, si así se puede decir. Es cierto que su celebración es muy minoritaria, pero ha entrado en la normalidad romana.

2/ Constatamos también que el evento tiene un piadoso efecto de «bola de nieve». Anualmente, sin gran publicidad salvo de boca en boca, la cantidad de fieles y sacerdotes se incrementa. «Sono tanti!» [¡Son tantos!] se dice que exclamó Francisco al ver pasar bajo las ventanas de las salas de audiencia donde se encuentra a la mañana, la procesión de la peregrinación, el 26 de octubre de 2013. Numerosos en 2013, igualmente numerosos en 2014 pero aún más en 2015, puesto que, por primera vez, la policía italiana contó más de 1000 peregrinos en la procesión que atravesó la plaza de San Pedro. Peregrinos venidos de Brasil, Polonia, Estados Unidos, Suiza, Hungría, Eslovenia, Filipinas, Argentina, Croacia, Bélgica, etc. Y también, claro, de Francia, y, sobre todo, de Italia. Por primera vez, una parroquia italiana ordinaria, cuyo párroco celebra in utroque usu, había organizado un autobús para la ocasión.
Como señalaba Dom Pateau al regresar a Francia, la originalidad de esta peregrinación consiste, justamente, en reunir a todo este pueblo esparcido –laicos, fieles y religiosos– que incluso, muchas veces, no goza de la celebración regular de la liturgia tradicional, pero se reconoce en la familia Summorum Pontificum. En efecto, nos hemos cruzado con muchos seminaristas de todos los continentes, tanto de sotana y sobrepelliz en medio del clero, como de civil entre los fieles, según la benevolencia demostrada o no en su seminario nacional por la misa tradicional.

3/ Por supuesto, han participado muchos miembros de las comunidades Ecclesia Dei así como fieles de la FSSPX, que no ocultaban en absoluto sus respectivos colores. Pero el principio de la peregrinación es que es «popular». Los organizadores adhieren a esta idea de peregrinación del «Pueblo» Summorum Pontificum. Y, de hecho, quienes participan libremente, sin inscripción previa alguna, vienen de todas las latitudes. Esto posibilita un intercambio más fructífero, una normalidad más asentada, una referencia más evidente al espíritu y a la letra del motu proprio: que la misa tradicional se celebre normalmente en las parroquias ordinarias.
Al recibir a los peregrinos, el padre Claude Barthe, capellán de la peregrinación, precisaba: «Nos gusta decir que representamos, en Roma, al Populus Summorum Pontificum, el pueblo Summorum Pontificum. Es decir, al conjunto de quienes, sacerdotes, religiosos, seminaristas, fieles, están vinculados a la liturgia tradicional. En efecto, si miramos hacia el medio siglo transcurrido, vemos que es por una especie de instinto de la fe del pueblo cristiano como se aseguró la sobrevivencia de la misa tradicional. El sensus fidelium es un poco como una solicitud que presiona con instancia a la autoridad para que intervenga, lo que ésta ha hecho en 2007 mediante Summorum Pontificum, al confirmar lo bien fundado de la celebración del usus antiquior. Lo que, sin duda, hará en el futuro. Porque esta historia, nuestra historia, no ha terminado.»

4/ Este año, hemos notado que la impresión constantemente expresada, incluso por los celebrantes, fue la de la emoción sentida. Cabe decir que las ceremonias litúrgicas fueron celebradas con gran precisión por los ceremonieros y acompañadas por la excepcional ejecución de los cantos de la Schola Sainte-Cécile de París, con la dirección de Henri Adam de Villiers, como del conjunto Cantus Magnus, de Londres, dirigido por Matthew Schellhorn. A pesar de la falta de lugares para sentarse en Santa Maria in Campitelli y en la Trinidad de los Peregrinos, la piedad serena de los peregrinos era, por así decir, palpable. Fieles y sacerdotes sabían por qué estaban allí. Mons. Pozzo, en su homilía en Santa Maria in Campitelli, había captado muy bien este estado de espíritu de los peregrinos: «La invitación a salir de sí mismo para evangelizar es un pequeño resumen del ser cristiano. Y vuestra peregrinación a Roma es el signo concreto de que queréis salir de vosotros mismos para comunicar la alegría de haber encontrado a Dios, a los hombres que aún no Lo conocen o que le han vuelto la espalda. Vuestra peregrinación debe haceros sentir como una comunidad de discípulos misioneros». Misioneros al servicio de lo que el padre Barthe suele llamar «la eterna juventud de la liturgia tradicional», una misión que el papa Francisco, en su mensaje a los organizadores, ha resumido simplemente así: «mantener viva en la Iglesia la antigua liturgia romana».


>>> Este año 2016, la peregrinación será dirigida por Mons. Sample, arzobispo de Portland. Comenzará en Nursia, ciudad natal de San Benito, el jueves 27 de octubre de 2016, donde los peregrinos serán recibidos por los monjes que han reinstalado la regla benedictina desde comienzos del milenio. Proseguirá en Roma el 28, 29 y 30 de octubre. En esa ocasión, el Instituto del Buen Pastor celebrará el décimo aniversario de su fundación.