Correo 70 publicado el 12 Septiembre 2016

"Nunca pensamos que la celebración de la Misa Tradicional podía desaparecer"

Entrevista con el Profesor Dr. Julio Retamal Favereau, Presidente de la asociación litúrgica Magnificat - Una Voce Chile

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"Hace también cincuenta años, un domingo como hoy, 7 de agosto, en esta misma iglesia capitalina de Nuestra Señora de la Victoria, entraban el Rvdo. Padre Miguel Contardo SJ, quien esta mañana nos acompaña el coro, y nuestro querido y respetado presidente, el Dr. Julio Retamal Favereau, para iniciar, con la asistencia del Buen Dios, una aventura que llega hasta nuestros días. Su propósito era claro y firme: mantener la celebración de la Santa Misa romana en su forma tradicional, y con ella, conservar y transmitir todo el patrimonio de la tradición católica unido a ella para beneficio de las generaciones futuras. En medio de la desolación eclesial había que proteger ese fuego sagrado para que no se extinguiera. Para que no fuera robado por maleantes, como narra el Evangelio de este domingo."
Rvdo. Milan Tisma, capellán de Magnificat, homilía de la XII Domínica después de Pentecostés con ocasión del quincuagésimo aniversario de la Asociación (7 de agosto de 2016)
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En el mes de agosto de 2016, Santiago de Chile ha sido la sede del segundo congreso Summorum Pontificum de Chile. Este acontecimiento señalaba el quincuagésimo aniversario de la fundación de la Asociación Magnificat, el capítulo chileno de Una Voce y constituido como corporación cultural desde 2014. Hemos pedido a uno de sus fundadores, y actual presidente, don Julio Retamal Favereau, profesor universitario y diplomático, que nos la presente.


Julio Retamal como maestro de ceremonias durante una Misa Solemne celebrada por Magnificat en 1973.

1) Don Julio, ¿en qué condiciones ha surgido la Asociación Magnificat?

Como alumno de doctorado en la Universidad de Oxford, conocí la belleza de la gran liturgia solemne en la Capellanía Católica de la Universidad. Por aquellos años en Chile no se celebraban Misas solemnes sino muy de tarde en tarde.
El Concilio Vaticano II, como se sabe, modificó la celebración de la Misa tradicional e introdujo formas, palabras y actitudes nuevas en ella. Luego del fin del Concilio, sucesivas comisiones vaticanas ahondaron las innovaciones y llegaron a extremos no sospechados, que comenzaron a alterar a los fieles -cultos o sencillos- en el sentido de pérdida del sentido sagrado, teológico, y de respeto y orden en las celebraciones.
Luego de recibido mi grado de Doctor, en 1964, volví a Chile y me encontré con que en este país, contrariamente a Inglaterra, ya se habían introducido cambios enormes en la liturgia. Se había quitado el Santísimo del ábside y el sacerdote se había dado vuelta, celebrando en una mesa. Se habían traducido muchos textos a un mal castellano y el ambiente todo carecía de sacralidad, de belleza y, sobre todo, de misterio.
En esas circunstancias, sabiendo que en Francia en ese momento se agrupaban los tradicionalistas en asociaciones como "Una Voce", nos reunimos algunas personas para defender la Misa tradicional. Durante el fin de 1964 y todo el año de 1965, buscamos apoyo, iglesia y sacerdotes. Las autoridades no pensaban sino en las modificaciones de la Misa. De manera que, el primer domingo de agosto de 1966, logramos celebrar la primera Misa del actual rito extraordinario, abierta al pueblo, en la Capilla de las Monjas Clarisas de la Victoria, en Santiago.

2) ¿Cuál ha sido su forma de actuar?

En los 50 años de vida como Asociación hemos tenido muchos momentos de desaliento y prohibición, pero Dios ha querido que estemos aún en la batalla.
Mantuvimos la celebración de la Misa tradicional, al comienzo todos los domingos, más tarde, cada 15 días y, durante años, una sola vez al mes. Hubimos de cambiar muchas veces de celebrante y de iglesia, por motivos de la más variada índole. Nuestro peor período fue el transcurrido entre mediados de 1976 y 1980, en que las celebraciones fueron ocasionales y, a veces, en lugares como hoteles o centros de reuniones. A partir de comienzos de 1980 volvimos a tener iglesia, gracias a una congregación chilena de religiosas. Luego de la declaración papal de 1984, comenzamos a usar la capilla de la Facultad de Arquitectura de la Pontificia Universidad Católica de Chile.
Siempre tuvimos sacerdotes que nos apoyaron y celebraron la Misa, generalmente con permiso de sus superiores.

3) ¿Alguna vez creyó que la misa tradicional desaparecería para siempre?

Siempre defendimos la celebración de la Misa completa, no como una mera defensa del latín y el canto gregoriano, sino como una expresión integral de la fe católica. Sin embargo, nunca acusamos a la Nueva Misa de ser inválida. De hecho, la inmensa mayoría de los sacerdotes que nos ayudaron, han celebrado siempre las dos Misas
Por otro lado, nunca pensamos que la celebración de la Misa Tradicional podía desaparecer. Habría sido poner en duda al Espíritu Santo y haber perdido la virtud teologal de la Esperanza.

4) ¿El motu proprio de Benedicto XVI ha modificado la situación litúrgica en vuestro país y, por tanto, la acción de la Asociación Magnificat?

Sí. El motu propio de S.S. Benedicto XVI cambió nuestra situación. Las autoridades eclesiásticas nos reciben y, en general, nos dejan actuar. Nadie nos ignora o nos condena como "desobedientes". Nuestras grandes ceremonias las anunciamos en los periódicos y nadie nos molesta. Es verdad que no muchos nos reciben de buena gana, pero al menos están obligados a respetarnos como una parte más de la Iglesia. Asimismo, mantenemos relaciones con el Sr. Cardenal y la Curia en general.
Una muestra de esto es la celebración del congreso Summorum Pontificum, que comenzó el año pasado por iniciativa de tres sacerdotes. En esta oportunidad decidimos organizar una segunda versión como parte de los festejos por nuestros cincuenta años, con presencia de dos invitados extranjeros. Gracias a Dios tuvimos una muy buena acogida de los fieles durante los tres días de congreso, que concluyeron con una Misa solemne con la iglesia llena.

5) Contrariamente a lo que pensaban sus detractores, la liturgia tradicional es particularmente apreciada por los jóvenes católicos. ¿Esto lo sorprende?

Sí, también nosotros contamos con gente joven, a pesar de que somos una minoría dentro de una minoría. Siempre hay jóvenes que aprecian lo sacral, lo mistérico (en el mejor sentido de la palabra) y lo bello.

6) ¿Cómo consideran el futuro?

Nunca volveremos a ser mayoría. Pero, poco a poco, iremos juntando y coordinando a los que necesitan el orden litúrgico, la disciplina y el esfuerzo espiritual, tan perdido en el mundo de hoy. Por encima de todo, la continuidad de la Misa de siempre está asegurada, por lo menos en términos puramente humanos.

7) ¿Una palabra de conclusión?

Luego de cumplir 50 años en la lucha, podemos comprobar que Dios no abandona a los que esperan en Él en todos los aspectos de la vida sobrenatural.
Solo Él conoce el futuro, pero "los suyos sí le recibieron" y esperan presentarse ante Él con la conciencia de una tarea cumplida, con Su ayuda y con el esfuerzo nuestro.