Correo 87 publicado el 7 Mayo 2018

¡EN TODAS LAS PARROQUIAS DE CHINA, EXISTE UN PEDIDO DE MISA TRADICIONAL!

Entrevista con el párroco de la iglesia de San José de Shangai


En este correo, proponemos un testimonio exclusivo. Gracias a un amigo lector, a quien agradecemos vivamente, presentamos esta entrevista con el sacerdote a cargo de la parroquia de San José de Shangai, quien celebra la forma extraordinaria una vez por mes para sus fieles en la misa dominical. Este documento es único: en primer lugar, porque se trata del testimonio de un sacerdote de un país donde la Iglesia está bajo estrecha vigilancia; en segundo lugar, porque es uno de los rarísimos sacerdotes de este inmenso país que celebra oficialmente según las disposiciones del motu proprio Summorum Pontificum; y, finalmente, porque es una voz proveniente de una de las ciudades más desiguales y materialistas del planeta. La entrevista se realizó el 7 de abril de 2018, domingo in albis. Invitamos a todos nuestros lectores a rezar por este sacerdote y su comunidad.


Nota bene: Del 14 al 22 de mayo, un enviado de Paix Liturgique viajará a Asia para efectuar un reportaje sobre las comunidades tradicionales de Seúl, Taipei, Hong Kong y Singapur. En caso de que tengan contactos allí, no duden en hacérnoslos llegar. Agradeceremos, igualmente, las donaciones para cubrir los gastos de este viaje. El presupuesto estimado del viaje es de 2500 euros.

 



 

1) En Occidente, la historia de la misa en latín es complicada: prohibición de hecho en 1970, cuando se promulgó el nuevo misal, marginación, y luego una progresiva renovación hasta nuestros días, en que alcanza un lugar significativo entre los jóvenes y en términos de vocación. En China, todo ha debido de ser muy diferente: ¿puede hablarnos sobre el papel de la misa en la forma tradicional desde hace 50 años?

 

La misa en latín en China sólo concierne a un puñado de personas: hasta donde sé, se celebra en tres lugares en toda China: una parroquia en el sur de Pekín, mi parroquia de Shangai, y en Wuhan (1), donde he visto en Internet que un sacerdote comienza a rezar de nuevo la misa tradicional. Es un sacerdote de 52 años, como yo. Es decir que, sin duda, como yo, ha sido ordenado hace alrededor de 23 años, justo antes de la introducción del nuevo misal.

En China, las iglesias y seminarios cerrados en 1950 fueron abiertos nuevamente en 1978. En ese momento, no hubo cambios, ni en la liturgia ni en la enseñanza en el seminario, todo siguió como antes. Sólo a partir de 1995 se ha implantado el nuevo ordo, y se ha dejado de enseñar latín y la antigua liturgia en el seminario.


2) En el caso de su parroquia, ¿cómo fue que usted comenzó a decir la misa tradicional una vez por mes y en las grandes fiestas?

 

La misa tradicional nunca dejó de ser celebrada en mi parroquia, de 1982 a 2007, por el mismo párroco. Cuando murió, en 2007, y yo fui nombrado párroco, continué haciéndolo, a pedido de mis feligreses. 


3) Si es por pedido de sus feligreses, ¿por qué es así en San José de Shangai y no en otras partes?

 

¡En todas las parroquias, hay un pedido de los fieles para conservar la misa tradicional! Pero como los nuevos sacerdotes no han recibido la formación adecuada, los coros se disolvieron, los monaguillos se fueron y ya no hubo quien fuera «competente». Es una gran pena, porque hoy los más interesados por la misa tradicional, son los jóvenes. Es cierto que deben hacer un esfuerzo intelectual al comienzo para comprender la misa tradicional. Pero una vez que han hecho ese esfuerzo inicial, ya no quieren volver a la forma moderna en chino.

Paradójicamente, entre los sacerdotes jóvenes, no se encuentra realmente esta apetencia. Son los más reacios a la misa tradicional. Uno de ellos, proveniente de mi semanario, me ha dicho recientemente que el latín «hacía mucho mal a la Iglesia ». En cambio, yo siento que el latín me une a la vida de la Iglesia universal.

Esta separación entre sacerdotes y fieles existe desde 1995; a partir de entonces, se ha enseñado a los sacerdotes a relajarse, a ser poco respetuosos. Como si tuvieran que mostrar siempre que se han liberado de algo. Celebran la misa rascándose, moviendo las piernas... Y hasta el 90 % de mis cofrades de Shangai ya no se dispone a celebrar la misa mediante la oración. Uno de ellos, incluso, llega sistemáticamente a su parroquia justo después de las 7, cuando la misa es a las 7. Por lo que me parece evidente que no ha podido prepararse bien.

 



4) La misa en latín en su parroquia es un caso particular: no es una alternativa, es la misa habitual parroquial que, una vez por mes, se dice en la forma tradicional. ¿Cómo reaccionan sus parroquianos? ¿Son exactamente las mismas personas quienes acuden a su iglesia esos domingos?

 

No, no son exactamente las mismas. Los que vienen a la misa tradicional son más numerosos, porque vienen de todo Shangai, mientras que los demás domingos sólo acuden los parroquianos de mi zona geográfica. Somos poco menos de 200 en la parroquia el domingo, un poco más de 300 los domingos en que celebro la misa tradicional.


5) ¿Qué le aporta a usted, en su calidad de sacerdote y pastor, esta celebración regular del antiguo ordo? ¿Por ejemplo, ejerce alguna influencia en su manera de celebrar el nuevo ordo

 

Para celebrar en la forma moderna, yo tengo en mente las instrucciones de la forma tradicional. Usted incluso se sorprendería [risas]: ¡llevo la casulla y el birrete para celebrar la forma moderna! En la forma moderna, todo ha sido liberado, ya no hay reglas. Como sacerdote, siempre me angustia la pregunta: «¿He celebrado bien el Santo Sacrificio? ¿Ha tenido lugar el milagro de la transubstanciación, no me habré distraído, no me ha faltado la fe? ». Con el antiguo ordo, basta con ajustarse al molde y seguir las instrucciones, y nunca siento esta angustia. Es muy personal, pero el antiguo ordo me ayuda a conservar la fe, nunca tengo dudas con respecto a la realidad y la validez de la consagración. El antiguo ordo me ayuda a ser cálido, riguroso.

Si yo fuera profesor en el seminario, sin duda alguna, recomendaría a los seminaristas que celebraran la misa tradicional. Es lo que hizo uno de mis profesores en el seminario, un salesiano. Actualmente, está retirado en Hong Kong. Es un gran amigo de la misa tradicional, que celebra con mucha frecuencia (1).


6) ¿Puede identificar frutos específicos en la vida parroquial?

 

Primero: cada vez, tengo el sentimiento del deber cumplido. Digo la misa de modo caluroso, nunca de forma insulsa.

Segundo: veo nuevos fieles, cada vez.

[Saca su teléfono móvil y busca fotos en Internet. La primera muestra al papa Francisco celebrando ad orientem en la capilla Sixtina. La segunda, un sacerdote en adoración ante el Santísimo Sacramento]. Tercero: ¿sabe una cosa? Cada vez que la gente ve a un sacerdote en esta postura, ¡alguien se convierte!


7) Además de las cuestiones estrictamente espirituales, ¿tiene la sensación de un combate cultural, en una óptica de transmisión o de una forma de resistencia a la sociedad dominante?

 

No tengo, particularmente, la impresión de transmitir un patrimonio. Es verdad que tengo una fe «tradicional». De modo que sólo puedo enseñar el catecismo de forma «tradicional». Enseño la manera «tradicional» de acolitar en misa, revisto mis ornamentos de manera «tradicional». No puedo ser de otra forma. Uso sotana todos los domingos desde hace 23 años. Me pongo una sobrepelliz blanca para administrar la extrema unción (2), cosa que mis cofrades ya no hacen. Sería incapaz de actuar de otro modo. [Vuelve a sacar su teléfono, muestra las fotos de ordenación de un joven sacerdote de una comunidad Ecclesia Dei.] Y usted sabe, cuando encuentro por casualidad este tipo de fotos en Internet, este joven sacerdote de Polonia, sé que estoy en plena comunión con la Iglesia universal. Entonces no tengo la sensación de ir a contracorriente, me parece que todo el mundo me apoya. [Emoción del entrevistador, que conoce bien estas fotos y se acuerda de haber llorado la primera vez que las vio. No fueron tomados en Polonia: son las fotos de la ordenación del padre Côme Rabany, FSSP, que bendice a sus propios padres después de la misa de ordenación.] En cuanto a ir a contracorriente en la sociedad del materialismo y del dinero-rey..., no le presto mucho atención a eso. Cuando uno es católico, no se le debe dar al dinero la importancia que le dan la mayoría de los shangaianos. En general, no creo que la Iglesia católica y la misa tradicional, en particular, interesen mucho a los ricos.


8) En la práctica, ¿cómo se dieron las cosas? ¿Hubo que reaprender el gregoriano, encontrar los viejos misales perdidos? ¿Tenía todavía ornamentos? ¿Hizo usted nuevas traducciones? ¿Hubo ajustes litúrgicos? 

 

Como no había habido interrupción en nuestra parroquia, habíamos conservado todos los ornamentos y misales. La gente todavía sabía gregoriano. Tuvimos un buen coro hasta 2007, que hemos podido relanzar. En cuanto al ordo, decimos la misa «de antes de la Revolución», es decir, tal como se la decía en 1949. De hecho, he guardado todos los libros de mi predecesor. Por ejemplo, el 15 de agosto, cantamos el antiguo introito «Guadeamus» y no la misa definida por Pío XII. En efecto, en el momento de la proclamación del dogma de la Asunción, ya no había misa en China.


9) Su iglesia fue antiguamente y durante algunas décadas una parroquia francesa. Aparte de la arquitectura, ¿queda algo de esa presencia?

 

En la iglesia, queda una placa funeraria en memoria de Blanche de Marigny, la hija del primer cónsul de Francia, que los destructores olvidaron derribar. Todos las demás huellas de la presencia francesa en esta iglesia fueron destruidos. En cuanto a la comunidad, es diferente. Antiguamente, eran tantos los misioneros franceses activos y numerosos que se decía de Shangai que era un anexo del arzobispado de París. Quedan algunos tesoros de ese tiempo. [Saca un marco con una foto en blanco y negro de gran tamaño, con la leyenda en francés «Concilio plenario de Shangai, 1924». Figuran en ella numerosos obispos, superiores de comunidad, el nuncio apostólico. Su dedo pasa de un rostro a otro, hablando de tal o cual cuya historia conoce, mostrando a los franceses...] El nuncio apostólico llegó a ser después cardenal... Tal otro murió mártir, está canonizado... Éste fue capturado por los japoneses, protegió a sus sacerdotes y murió despellejado vivo... Entre los sacerdotes franceses, hay tres de quienes la comunidad guardó un recuerdo muy vivo, sólo los conozco por su nombre chino: «Neng Mu De»: los revolucionarios lo echaron pero él quería a toda costa morir en tierra china. Se enfermó en el momento de partir, el barco se detuvo en Cantón, donde expiró; «E Lao», había heredado 100 000 francos y utilizado esa herencia para construir una réplica de la gruta de Lourdes en Pudong [uno de los barrios de la megalópolis]. Uno de sus sobrinos franceses vino a vernos a Shangai; «Xao Jiazhu», que enseñaba química y había perdido un brazo (3).


10) La situación de la Iglesia en China es particular, puesto que los poderes públicos se muestran muy activos a su respecto. ¿Qué evoca para usted la misa tradicional en relación a la comunión con los demás católicos del mundo entero y los del pasado? ¿Su celebración mensual es bien acogida por sus autoridades de tutela?

 

Hay que mirar las cosas con perspectiva. Pienso, por ejemplo, en la época del emperador Kan Xi (1664-1723). En toda la historia de China, el poder siempre ha tenido una opinión sobre la Iglesia católica. Dura o benévola según las épocas, pero, en todo caso, nunca indiferente. Quienes dicen que en nuestra época el poder es indiferente con relación a la Iglesia se equivocan. Kan Xi en su tiempo se fijó en lo que podía favorecerlo en la religión católica y temió lo que podría perjudicar su poder. Por ello, siempre quiso tener representantes católicos a su lado, y los poderes públicos siempre han tenido la misma preocupación: asegurarse de que no se perjudicara su poder terrestre. Cuando celebro la misa tradicional, me digo que estoy exactamente como en la época de Kan Xi: tengo la misma fe, celebro el mismo sacrificio y tengo que resolver las mismas problemáticas.


(1) Capital de la provincia de Hubei, en el centro de China. Alrededor de 20 millones.

(2) Puede ser una imprecisión en el momento de la traducción: ¿el sacerdote quiso mencionar su sobrepelliz blanca o quería hablar de la tela blanca que cubre el lecho del enfermo?

(3) En el caso de este tercer sacerdote, la identificación es más fácil: se trata del jesuita Robert Jacquinot de Besange (https://fr.wikipedia.org/wiki/Robert_Jacquinot_de_Besange), verdadero héroe cuya acción personal salvó no menos de 300 000 personas en la guerra chino-japonesa de 1937. Cabe señalar que el párroco de San José no es originario de Shangai: lo que conoce sobre la historia de su parroquia proviene de lo que ha oído decir a sus feligreses, de sus memorias y... de la comunión de los Santos.