Correo 95 publicado el 27 Marzo 2019

LA LITURGIA TRADICIONAL, NORMA DE BELLEZA, ORACIÓN Y RESPETO

XX


Peter Kwasniewski, nacido en 1971, es una de las figuras más destacadas del catolicismo tradicional norteamericano, sumamente vigoroso y rico en vocaciones, hoy a la vanguardia del renacimiento católico. Músico de vocación, Peter Kwasniewski ha recibido además una excelente formación en filosofía (su tesis doctoral versó sobre «El éxtasis de amor en Tomás de Aquino»).

Ha sido profesor, en Austria, en el Instituto Internacional sobre el Matrimonio y la Familia, que depende del Instituto Juan Pablo II, fundado por el cardenal Caffarra. También ha enseñado música vocal, dirigido coros, scholæ cantorum y talleres musicales. Él mismo es compositor de una importante obra, de misas (la Missa Spiritus Domini, la Missa Spe Salvi, la Missa Brevis, la Missa Hereditas Mihi, la Missa Honorificentia Populi Nostri), motetes, himnos, cantos, antífonas (Siete antífonas para el Mandatum) y aclamaciones, interpretadas por el Vittoria Ensemble, el conjunto Cantiones Sacræ, etc.

Ha publicado gran cantidad de artículos sobre filosofía, liturgia, música, en particular, sobre el restablecimiento y la renovación de la música sacra en la Iglesia contemporánea, y una serie de libros notables, como: Tradition and Sanity. Conversations and Dialogues of a Postconciliar Exile, Tradición y salud mental. Conversaciones y diálogos con un exiliado postconciliar (Angelico Press, 2018); Noble Beauty, Transcendent Holiness: Why the Modern Age Needs the Mass of Ages, Noble belleza, santidad trascendente: por qué la era moderna necesita la misa tradicional (Angelico Press, 2017); Resurgent in the Midst of Crisis: Sacred Liturgy, the Traditional Latin Mass, and Renewal in the Church, Renacimiento en medio de la crisis: sagrada liturgia, misa tradicional y renovación en la Iglesia (Angelico Press, 2015). Le agradecemos vivamente que haya aceptado entrevistarse con nosotros.




Paix liturgique – Muchos católicos ni siquiera quieren conocer la liturgia tradicional porque la consideran una cosa del pasado. ¿Usted piensa que es algo del pasado, o del presente o, tal vez, del futuro?

Peter Kwasniewski - Me parece que es un problema básico pensar la liturgia como algo exclusivamente del pasado, del presente o del futuro; por el contrario, los católicos siempre han estimado que la liturgia participaba del eterno presente de Dios, porque en la liturgia encontramos los misterios de Jesucristo, que es el eterno Sumo Sacerdote, que vive y actúa en la Iglesia en cada momento. De modo que la liturgia está siempre en el momento presente. Aunque es evidente que nos ha sido dada por Nuestro Señor en la Última Cena: es la ratificación de la Nueva Alianza, es su Sangre en la Cruz. Así, la liturgia se orienta siempre hacia el pasado, necesariamente hacia el pasado, pero también considera el futuro, la segunda venida de Cristo, la escatología de la Jerusalén celestial. En realidad, la liturgia es intemporal en todo tiempo. Una parte del problema de las revisiones litúrgicas postconciliares es, precisamente, que han intentado vincular la liturgia a una época particular, a saber, la época del hombre moderno y la modernidad, cualesquiera sean las características de esta modernidad. Por ello, ha habido un antagonismo entre la liturgia del pasado y la liturgia del presente, pero este antagonismo es totalmente ajeno a la manera católica de considerar la liturgia.


Paix liturgique – Usted ha escrito mucho sobre la trascendencia en la liturgia tradicional. ¿Cómo responde esta trascendencia de modo adecuado a las expectativas del hombre moderno, tan ocupado con las redes sociales y sin tiempo suficiente para experimentar el silencio?

Peter Kwasniewski - Me atrevería a utilizar esta metáfora: la liturgia tradicional es el alimento nutritivo, rico en vitaminas, que tanto falta al hombre moderno. Usted ha mencionado el activismo atareado: en la época moderna, hay una clara tendencia a la inmanencia; la gente está inmersa en sus actividades cotidianas y cautiva de esta trampa; casi prisionera del mundo contemporáneo. En cambio, la liturgia es una pasarela, una puerta hacia otro reino. Un reino que no aprisiona, sino que libera. Creo que la liturgia tradicional aporta un encuentro con una verdad eterna y realidades eternas que pueden salvar al hombre moderno de esta trampa, de esta prisión. Otra cosa que ha sido señalada por muchos es que la misma naturaleza de los seres humanos es extática, es decir, que quieren salir de sí mismos, quieren darse a una causa, entregarse por amor a otra persona. Hasta llegan a entregarse a una ideología. Pero existen muchos falsos éxtasis para el hombre moderno. Por ejemplo, las drogas, que, evidentemente, son uno de los grandes medios con los cuales las personas intentan evadirse, aunque sea un falso escape, dado que sólo se trata de una ilusión temporaria de liberación. Joseph Ratzinger ha hablado de esto en varias ocasiones. También los conciertos de rock, con todo tipo de experiencias pseudolitúrgicas, pseudomísticas. Y bien, a través de todo esto, la gente está en búsqueda de lo que la Iglesia siempre ha ofrecido, es decir, una verdadera experiencia mística, una verdadera comunicación de trascendencia, un verdadero éxtasis, y por eso es más urgente que nunca volver a ello.


Paix liturgiquePaix liturgique ha efectuado varias encuestas de opinión en el mundo que revelan que más del 30 % de los católicos que van a misa todos los domingos quisieran vivir su fe siguiendo el ritmo de la liturgia tradicional. ¿Esto lo sorprende? ¿Cree que los obispos diocesanos tendrían que asombrarse de esto?

Peter Kwasniewski - El 30 % me asombra... porque pienso que sería aún más si los católicos supieran lo que es la liturgia tradicional. Muchos todavía no la conocen, y en mis viajes y charlas tengo oportunidad de encontrarlos. Hay católicos que, hoy, se enteran de que existe otra liturgia distinta del Novus Ordo promulgado por Pablo VI. Y puedo entender por qué: Cincuenta años después de la propagación del Novus Ordo, la gran mayoría de los católicos no ha visto otra cosa. Por otro lado, los mismos obispos subestiman constantemente la cantidad de católicos atraídos por la tradición en todas sus manifestaciones. Quieren creer que se trata de una ínfima minoría de católicos que tienen una especie de fascinación estética o, tal vez, ganas de algo fuera de lo habitual o extravagante, como una suerte de excentricidad. Ahora bien, la gente ya no está en los paradigmas de los años 1960 y 70, donde pareciera que aún siguen atrapados los obispos. Algo que podría señalar sobre los viejos paradigmas es que la reforma litúrgica se basaba en un principio fundamental, esto es, que la única forma de acceder a la liturgia o de participar en la liturgia es a través de la comprensión verbal racional: es su principio fundamental. En consecuencia, si uno quiere que las personas comprendan todo lo que pasa durante la misa –se pensaba– hay que simplificarla, abreviarla, expresarla en lenguaje corriente, en voz alta, en voz alta en su totalidad. Todo esto al servicio de la comunicación de un contenido conceptual racional dirigido a las personas que están en los bancos de las iglesias. De hecho, es el principio que está en la base de las reformas. Pero los jóvenes de hoy, en el caso de que crean o busquen a Dios, no buscan inicialmente un contenido conceptual racional. Tal vez estudien teología más adelante, pero lo que buscan ahora es el sentimiento de que hay algo más vivo en el mundo que aquello que vemos, que vemos en los medios de comunicación, que hay algo más allá de nuestra experiencia cotidiana. Quieren que su visión se abra a algo, yo diría, celestial. ¿Existe realmente el paraíso? La liturgia debería ser una prueba de su existencia, y si no es así, la liturgia no es más que palabras. En cuyo caso, nos da más o menos lo mismo que se puede conseguir en cualquier parte, ya que el mundo está inundado de palabras. Es así: los obispos pertenecen a una generación que supone que la liturgia es una cuestión de comprensión conceptual racional. Es lo que significa la participación. Y allí pierden el tren, dado que ya no no estamos en ese estadio.


Paix liturgique – A lo largo de su vida, ¿ha visto personas que han cambiado su opinión sobre la misa tradicional, es decir, que han pasado de odiarla a amarla? ¿Y puede dar testimonio de los frutos espirituales o de los beneficios que los fieles reciben con la antigua Misa?

Peter Kwasniewski - Lo que he visto, en general, es que todo católico serio, serio en la doctrina, con una vida moralmente honesta, en su vida de oración se siente atraído por la liturgia tradicional. Cuando descubren que todo esto se encuentra a su disposición, los católicos de este tipo se sienten atraídos, porque, de hecho, viven de una manera que está de acuerdo con la liturgia tradicional. La liturgia tradicional es profundamente doctrinal, incluso dogmática, consagra los dogmas de la Iglesia, es ascética, exigente. Si uno trata de vivir una vida moralmente recta, encuentra un apoyo en la liturgia tradicional. Por lo tanto, creo que hay un vínculo natural entre una vida católica seria y la liturgia tradicional. Esta armonía existe, aun cuando es evidente que una vida católica seria puede existir de diferentes maneras, en otros contextos. Por otra parte, no veo hostilidad hacia la misa tradicional, salvo en personas que se dicen liberales o progresistas; es decir, que tienen una especie de separación que los torna ideológicamente opuestos a la misa antigua. Se oponen a ella –es interesante notarlo– porque tienen una visión del mundo dogmática, moral y cósmica de acuerdo con todo su paradigma progresista liberal. Ven en la misa tradicional una amenaza para el conjunto del «proyecto Vaticano II». Con relación a los frutos espirituales, suelo decir que no sabía realmente cómo rezar en misa antes de asistir a la misa antigua. Porque en mi experiencia de católico, suponía que la oración litúrgica era sólo un acto religioso, una suerte de va y viene superficial entre el sacerdote y el pueblo, un momento en que se cantaba una cantidad de canciones, en suma, algo que quedaba en la superficie, como el patinaje sobre hielo. Pero cuando a partir del momento en que he comenzado a asistir a la liturgia tradicional, ha sido como el buceo en alta mar: había que ponerse el equipo de buzo e ir al fondo del océano. Porque en esta liturgia hay una profundidad sin fin. Es lo que explica que yo mismo y muchos de mis amigos no nos cansemos nunca de ir a la misa tradicional, la buscamos siempre con ansia allí donde queremos ir a misa. Mientras que con el Novus Ordo, se siente mucho menos entusiasmo, lo que hace más fácil saltear la asistencia dominical, porque se sacan menos beneficios.


Paix liturgique – ¿En qué le parece que el sacrificio sacramental está mejor expresado en la misa tradicional?

Peter Kwasniewski - El Santo Sacrificio de la Misa es la representación sacramental del sacrificio que Nuestro Señor ha ofrecido de su Cuerpo y de su Sangre en la Cruz. No es simplemente una opinión, ni el punto de vista de una escuela, es la enseñanza dogmática de fide de la Iglesia en el Concilio de Trento. Así, la misa no es, en primer lugar, una comida, ni principalmente una conmemoración de la Resurrección. Sino que la misa nos pone en contacto con la Sangre salvadora y redentora de Cristo, que necesitamos para salvarnos. Es muy importante, entonces, que la liturgia de la misa nos confirme que ella es el misterio, el primer misterio. Santo Tomás dice que la Eucaristía es el Christus passus, Cristo que ha padecido por nuestros pecados, y que la liturgia nos entrega místicamente a Aquél con quien estamos verdaderamente en contacto bajo el velo del pan y del vino consagrados. Pero si la liturgia se parece a algo completamente distinto a esto, si se parece sobre todo a un banquete, a una comida fraterna, entonces nos induce al error, nos catequiza en un sentido equivocado sobre lo que hacemos juntos. En el rito antiguo, no sólo por la orientación hacia el este, que también puede existir, eventualmente, en la misa nueva, sino en todos los aspectos, el acento está puesto en el altar del sacrificio, y ello se da en todas las oraciones, en particular en la del ofertorio, en los gestos, en las ceremonias. Por supuesto, también es un banquete, pero un banquete sacrificial. Es ante todo un sacrificio, y luego, nosotros comulgamos con la víctima sacrificial. La prioridad en la misa es siempre ofrecer a Dios la oblación pura del Cordero. Constituye un privilegio, pues, si estamos en estado de gracia y podemos tomar parte en este festín sacrificial, en esta ofrenda sacrificial.


Paix liturgique – No ha habido nunca en la historia de la humanidad, tantas personas tan alejadas de su lugar de nacimiento, sea porque viven en otro país, sea simplemente porque están de viaje. La misa en latín, al posibilitar a todos tener «su» misa, incluso si se asiste en un país que no es el propio, ¿no respondería al objetivo pastoral? ¿Cree usted que la misa en latín ha contribuido con el verdadero objetivo de la «globalización» de las antiguas épocas ?

Peter Kwasniewski - No cabe duda, si se mira la civilización europea –hablo de Europa occidental, no de Europa oriental, que ha tenido su propia historia– de que la presencia del rito romano y de varios otros usos latinos vinculados al rito romano, y de la lengua latina eran fuerzas unificadoras importantes, que mantenían a las personas en comunicación unas con otras. Las artes y la vida intelectual se vieron así fertilizadas a través de todas estas variadas fronteras de lenguas y regiones. ¿No es curioso que en el siglo XX, en el momento en que el transporte aéreo permitía viajar con mayor facilidad que nunca, en que los automóviles eran omnipresentes, cuando se viajaba cada vez más, de repente, se haya decidido vernaculizar y marginar a todos los que no hacen parte de la comunidad local? En mi juventud, antes de descubrir la misa tradicional en latín, viajé mucho. Asistía al Novus Ordo en el idioma en que se celebraba en el lugar donde me encontraba, y comprendía apenas. Podía entender Amén, pero eso era casi todo. No se trata en primer lugar –como he dicho antes– de tener una comprensión racional, pero igual ¡es frustrante ir a una liturgia hecha para que la comprendan y que utiliza palabras que uno no puede comprender! Si hay una liturgia que debiera ser en latín, es el Novus Ordo, sin ello excluye a muchas personas. Pero la otra observación que me gustaría hacer, igualmente irónica, es que se constata que en el momento de la historia del mundo en que las personas saben leer y escribir más que nunca, y en que todo el mundo puede fácilmente acceder a lo que dicen las oraciones, es cuando se ha decidido: «Y bien, debemos poner todo en la lengua vernácula de todos los días, en lugar de utilizar esta lengua rica en teología, rica y poética, que las liturgias siempre han utilizado; ahora, hay que simplificar todo». Pero, ¿por qué? Esto me parece otro ejemplo de un juicio histórico erróneo y de confusión cultural por parte de los reformadores litúrgicos.


Paix liturgique – En general, la gente comienza por conocer la misa tradicional y después el canto gregoriano, pero en su caso, fue al revés. ¿Cree que la música sacra puede jugar un papel en la renovación litúrgica?

Peter Kwasniewski - ¡Totalmente! Tiene razón en decir que yo he adherido a la tradición litúrgica a través de la música sacra y, en particular, el canto gregoriano. Jamás había tenido contacto con el culto en latín antes de descubrir el canto gregoriano. Incluso, nunca había pensado en rezar en latín. Así, aun tomando conciencia del latín como idioma, las cosas se dieron a través del canto gregoriano. La belleza del canto me ha fascinado, ha embargado mi corazón, me ha inspirado. Al principio, no lo comprendía ni siquiera como lenguaje musical, pero sabía que había algo luminoso, divino, muy especial y muy diferente y que me fascinaba. Es como aquéllo de lo que hablaba Rudolf Otto: el mysterium tremendum et fascinans. Hay algo muy poderoso y de otro mundo en el canto. Al comienzo, era como un anzuelo que arrastra al pescado, a través del canto. Cuando descubrí la liturgia tradicional, lo que percibí rápidamente es lo siguiente: la liturgia tradicional ha crecido con el canto, el canto y el antiguo rito romano son como el cuerpo y el alma, juntos tienen una relación muy íntima. No hubo primero la liturgia y luego el canto como una vestidura extrínseca, sino que la liturgia romana y el canto han crecido juntos, codo a codo. El canto gregoriano es la liturgia romana cantada. Tiene la misma forma que la liturgia romana. En seguida percibí que el canto congenia, está en su casa, en la liturgia tradicional. El ritmo de la liturgia está perfectamente calculado, los cantos son lo suficientemente largos para cubrir las acciones. Hay un ajustamiento estrecho entre la música y la liturgia. También se ve esto con la polifonía: la gran polifonía pudo ser compuesta porque tenía su lugar en la liturgia; el ofertorio, por ejemplo, da cabida para que los grandes compositores escriban largos motetes para esta parte de la misa. El Novus Ordo es tan racionalista, verbal y breve que el canto gregoriano y la polifonía parecen incomodar. Se los experimenta siempre como una especie de interrupción y de atraso. Por ejemplo, si uno asiste a una misa según el Novus Ordo y el lector laico hace una lectura en lengua vernácula a la que todo el mundo responde: «Te alabamos, Señor», y luego una schola canta el gradual en latín, la sensación es muy extraña, no va para nada. Mientras que en la liturgia tradicional, existe un hermoso flujo natural donde todo coincide perfectamente. Por eso, pienso que retomar la belleza de la música sacra es casi lo mismo que retomar la liturgia tradicional, precisamente por estas razones. Esto no significa que no debamos utilizar el canto gregoriano y la polifonía en todas las liturgias, significa sencillamente que el canto sacro tiene una casa y un lugar naturales: la liturgia tradicional.


Paix liturgique – Para concluir, ¿podría dar un mensaje a las familias jóvenes que se preocupan de preservarse y de preservar la infancia de toda la confusión que reina en la sociedad actual?

Peter Kwasniewski - Diría que nada es más importante para las jóvenes familias católicas que encontrar una buena comunidad de fieles católicos con espíritu tradicional. E incluso hacer los sacrificios necesarios para llevar a su familia a misa en una iglesia así, con una comunidad de este tipo. Las familias que asisten a la liturgia tradicional quieren glorificar a Dios, santificar sus almas, ofrecer a sus hijos la belleza y la riqueza de la tradición católica, y encontrar también a otras personas con visiones similares que se convertirán en su red de apoyo y amistad. Sus hijos encontrarán a otros niños con quienes pueden jugar con toda seguridad, que no ven vídeos espantosos ni cosas de ese género. En el mundo moderno debemos ser muy realistas y no presumir que la mayoría de los lugares son lugares seguros. La mayoría de los lugares son peligrosos, desde un punto de vista moral. Yo agregaría que, desde un punto de vista intelectual, también el error y la depravación son la norma en la sociedad occidental moderna. Debemos, por lo tanto, hacer cuanto esté a nuestro alcance para encontrar comunidades donde la norma es la belleza, la oración y el respeto. Todo esto, lo encontramos en la liturgia tradicional.